Será Viernes
Será viernes, uno de esos días vestidos de sol, tocado con
hermosas nubes blancas y perfumado por el aroma de la vida que se esparce en el
aire, en las flores, en las risas descaradas de aquellos que son felices, o en
las sonrisas tímidas y encubiertas de aquellos que dudan de su propia
felicidad, más sienten su cosquilleo en las venas del alma.
Ese hermoso viernes, sentado a la luz de la soledad, estaré
contemplando el mundo, leyendo en cada rostro las historias siempre vividas
pero jamás contadas que se hunden con el último latido del corazón, que vuelan
con el último hálito del alma. Allí sentado, como fantasma que es mas no
existe, reflexionaré: sobre la vida y sus vaivenes, sobre la soledad y sus
ventajas, sobre la familia, sobre los amigos, sobre Dios y, sobre todo, pensaré
en el amor. Me deleitaré en los enamorados, en los novios que pasen frente a
mí, agarrados de las manos como para no perderse uno del otro, pensaré en los
esposos que comparten la acera, los hijos, la casa, las cuentas, los pleitos y
hasta la cama, pero que no comparten el mismo amor, los mismo deseos, las
mismas pasiones; pensaré en los amantes, en esos enamorados que viven un amor
de momentos, una fantasía de peligros, instantes de pequeña eternidad por los
cuales vale la pena arriesgarse. Y pensaré en ti, sí en ti, pues aunque aún no
habrás llegado a mi vida, aunque en ese momento serás una desconocida, pensaré
en el amor de mi vida, en mis sentimientos, en el hombre que seré una vez que
me enamore, pensaré en mi felicidad y en la de aquella persona que decida
compartir el amor conmigo. Sí, pensaré en todo eso, y será pensar en ti.
Será viernes, como cada uno de esos viernes en que la puesta
del sol tras el horizonte se lleva consigo los últimos rayos de mi alegría, de
mi felicidad; será como esos viernes en que la noche, al caer, marca mi camino
de regreso a casa, donde la soledad me espera para hacerme compañía, donde el
olvido me invita a recordar y donde mis ilusiones de amar se funden como mi
apatía de vivir.
Será viernes, pero será un viernes diferente. No sabré cómo
ni por qué, pero aquel día habrá una nota distinta en la armoniosa melodía de
la vida, una pincelada diferente en el cuadro del día. Ese día, no sabré como,
mi corazón palpitará de una forma nueva, como presintiendo algo, no sabré qué,
que se aproxima a mi vida paso a paso.
Ese viernes, como cada viernes, me sentaré en el banco de
siempre, veré a las personas de siempre, mi mirada se perderá en el cielo de
siempre y respiraré el aire de siempre. Pero algo, algo nuevo y desconocido, me
susurrará desesperadamente en el alma que tú estás por llegar, que te aproximas
a mi vida.
Y allí, bañado por los rayos del sol que fenece, abrazado
por la brisa del ocaso que me invita a vivir, te veré, como una silueta que
poco a poco irá tomando forma, hasta llegar a ser una diosa encarnada, una
aparición desconocida, mas deseada. Te veré caminar, y entonces sabré que te
había esperado durante toda mi vida, que te había pensado sin conocerte, que te
había anhelado más allá de la realidad.
Caminarás hacia mí, paso a paso, segura de ti misma, como si
el mundo estuviese hecho para contemplar tu andar. Cada pálpito de mi corazón
me recordará que eres tú, que siempre habías sido tú la que mi alma anhelaba.
De pronto, mi cuerpo se incorporará, dejaré aquel banco e
iré a tu encuentro; me hallaré con tu mirada, mis ojos con tus ojos, mi alma
viendo a tu alma. Me perderé en el vasto océano de tu mirada, hurgaré en sus
infinitos espacios y me dejaré llevar por sus misterios.
Me mirarás y te miraré, nos dejaremos perder por ese
instante, mientras tus manos acarician mi rostro, como buscando en ellos la
realidad; mientras mis dedos se aferran a tu cabello, como asegurándose de no
dejarte ir. Y así, perdidos el uno en el otro, te besaré, me besarás. Será viernes,
y ese viernes, desconocido amor mío, volveré a nacer.
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